La vida normal
Sobre normalidad y lo extraordinario. Y, además, te presento "El espejo".
La vida normal…
Desde hace tiempo que me obsesiona este concepto que hemos construido de la vida como algo normal: Seguir un plan, un mapa trazado y unas expectativas inventadas es el propósito de una existencia que nunca se acaba de entender cuando todo es en realidad mucho más sencillo. A veces me pregunto si quien creó al ser humano pensaba realmente en los propósitos que nos ponemos cada inicio de año, o en el estilo de vida que llevamos, o en las autoexigencias que nos imponemos, en la riqueza o la pobreza, en las clases y las diferencias sociales… ¿Se imaginó que se crearían drogas en forma de contenido para controlar la mente de la población? ¿o que la gente maltrataría su cuerpo?
Y todo eso es normal, escucho.
O peor, el “no es normal que aquel haga esto o esto otro”.
Siento que cada vez hay más personas desconectadas de sí mismas, transitando una normalidad que detestan, anhelando un sueño imposible y creyéndose poco merecedores de la vida a la que aspiran, siguiendo un patrón establecido que, una vez alcanzado, no es alimento de nada.
Entiendo escritores como Thoreau o Salinger, cuyas aspiraciones de aislamiento se encontraban en sus ganas de no interactuar con un entorno que continuamente te recuerda que deberías ser un ser productivo y llegar a las expectativas de otras personas. La productividad es otra cosa.
Pero, ¿qué es lo normal?
Normal es la vida de Ana, que se levanta cada día a las 7 de la mañana para ir a trabajar. Tiene una hora de metro hasta llegar a la oficina y la dedica leyendo un libro, su mecanismo de defensa para dejar las redes y reducir sus niveles de ansiedad. Envidia en secreto a aquellos que pueden teletrabajar o incluso a los que trabajan a cinco minutos a pie de casa. Piensa que son casos excepcionales y afortunados con una vida que para ella no es normal.
Normal es el día a día de Pablo, que trabaja a una pared de distancia de su cama y que se pasa el día en llamadas y ordenando los desastres de otros. A veces se olvida de la hora de comer porque está solo, nadie le avisa y su capacidad de concentración desconecta la información que debería recibir el cerebro del estómago. Acaba el día con la cabeza como una lavadora de ideas que solo sabe silenciar conectándose online para jugar un videojuego. Para Pablo no es normal salir un día entre semana a tomar algo porque le pueden llamar del trabajo en cualquier momento, por lo que su normalidad es dedicar su ocio a un estado de alerta casi permanente.
Normal es Juan, un campesino que se levanta cada día antes de que salga el sol para dar de comer a los animales. Desayunará en un rato, un trozo de pan remojado en caldo y una bebida de achicoria con la leche de las vacas recién ordeñada. Un desayuno humilde que le dará energía para enfrentarse a la jornada del día. No te lo he dicho, Juan vive en la España de 1860 y su vida normal dista mucho de la de Pablo en todos los sentidos. La preocupación de Juan es que no haya cambios, que no haya plagas en las cosechas, que sus animales sobrevivan sin enfermedades y que las estaciones transcurran como es esperado. Lo normal.
Normal es Luís, un artista barroco que vive y trabaja en su taller, intoxicado por todos los materiales de trabajo y la humedad con la que cohabita. Desarrollará alguna enfermedad respiratoria que con el tiempo le acortará la vida. Pero es normal en su época.
Lo normal es Elisa, que decidió dedicar su tiempo íntegramente a la crianza de sus hijos y, ahora que ya son mayores, siente no haber explorado más su identidad a ver dónde la llevaba. Quiere trabajar pero no sabe de qué, normal, nunca ha pensado en ella.
Lo normal…
Así que te invito a que si alguna vez pienses “cualquier persona normal…” piensa también: ¿Qué miedos implica esa normalidad? ¿Se esconde algún anhelo secreto? ¿Podría ser que hubiera una intención oculta tras ese comportamiento? ¿Es normal ponerse una máscara para que no se den cuenta de que no es normal?
Y si vas a decir “es normal” cámbialo por “es comprensible” o “está bien” o “se entiende por contexto”…, pero no des por hecho que algo debería ser de una manera preestablecida.
Todos los personajes expuestos son normales en sí mismos y a la vez son extraordinarios. Lo normal se les queda corto, son mucho más que eso.
¿Cual es tu normalidad? ¿Por qué te estoy contando todo esto?
Hace dos años creé El otro lado del espejo (en otra plataforma, por lo que aquí no ves el histórico tan lejano) para romper un poco con esa normalidad impuesta que sentía que me ahogaba. Mi idea era salir ahí fuera haciendo un juego de palabras con mi apellido (Espejo) entrenándome para identificar aquello que todos sentimos y pensamos (eso sí que es normal) sin juzgar, sin culpabilizar, dándole una vuelta al día a día, dándole espacio a esa realidad de todos los “¿Y si..?” que nos planteamos. Trabajar mi manera de ver lo normal desde otro punto de vista, como si del reflejo de un espejo se tratara, buscando el lado más extraordinario

Con el tiempo, esta reflexión sobre la normalidad me ha llevado un poquito más allá, al punto de comprender que lo que llamamos normal es una necesidad de la sociedad por encajar, pertenecer y controlar. No voy a entrar ahora en esto, será un tema a desarrollar con el tiempo. ¿Controlar el qué? Lo lejos que te puede llevar tu ser creativo.
Creo firmemente que dentro de cada persona hay un núcleo de luz, un ente creativo que nos mueve, que nos hace sentir, emocionarnos y apreciar las cosas más sencillas. Ese núcleo es nuestro ser creativo (sí, todos tenemos uno), y vivas en el contexto en el que vivas, puedes conectar con él, darle espacio, aire, voz… y dejar que te hable, que te diga quién eres, qué has venido a hacer a este mundo, qué es lo que te hace extraordinario.
Llevo unos meses trabajando en esta idea y, con ella como faro, he decidido crear El espejo, un espacio dentro de este substack (esta newsletter/blog), una comunidad creativa, para trabajar tu lado más creativo, redescubrirlo, conectar con él, compartir, crear, aprender, sentir, ser…
El espejo será un lugar para que puedas verte, sin juicios, sin máscaras. Un espacio para que puedas indagar tu lado creativo más extraordinario.
No necesitas ser una persona que se dedique a algo creativo en sí, no necesitas considerarte un artista. Este será un espacio para entrenar tu curiosidad y tu parte más excepcional, seas quien seas.
Es un espacio que va a estar construyéndose poco a poco, pero va a formar parte de la zona de pago de El otro lado del espejo, para que haya una participación comprometida y para crear un espacio seguro para sus participantes.
El resto de El otro lado del espejo seguirá igual, no cambiará nada.
Me hace mucha ilusión crear este espacio, tras estos meses de trabajo introspectivo, y junto con La librería, son mi vida soñada: crear, compartir y ayudar a otros a hacer lo mismo.
¿Te atreves a mirarte al Espejo? ¿O prefieres seguir con una vida normal?
Que emocion esta seccion nueva!
Enhorabuena por ese gran paso que acabas de dar. Con ganas de saber mucho más, Emma. Y feliz de estar dentro :)